San Juan de la Peña. Un paseo por la cuna del Reino de Aragón.

San Juan de la Peña es otra de esas montañas que, desde el principio de los tiempos, han sido objeto de veneración y respeto por parte de los pueblos circundantes.

Los sucesivos pobladores de estos montes, mediante un perpetuo proceso sincretizador, fueron transformando las primigenias cuevas y manantiales objeto de culto en lugares de veneración a sus respectivos dioses, llegando finalmente a nosotros cristianizados en forma de innumerables ermitas y templos: el monasterio viejo de San Juan de la Peña, San Salvador, Santa María de Gotolas..... 

A su vez, el impresionante ecosistema que circunda el monasterio (merecedor de reconocimientos como Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel), fue otrora un paisaje profundamente humanizado, algo que salta a la vista a un mínimo que nos fijemos en nuestro caminar).
 
Vistas hacia San Salvador (1.547 msnm), con su ermita y Cuculo (1.549 msnm)

La bonita excursión que disfruté hace unos días tenía como origen y destino el pueblo de Santa Cruz de la Serós, pasando en su trayecto por los picos Cuculo y San Salvador y los monasterios Nuevo y Viejo de San Juan de la Peña en poco más de 6 horas de deleite ininterrumpido.

Pude, además, disfrutar de una buena comida de alforja en el llano de San Indalecio, al lado de dos hermosos cajicos, mientras un par de herrerillos capuchinos y varios trepadores azules saltaban a mi alrededor, mirando mi bocadillo con descaro.

Canal de Berdún y Oroel, con sus estribaciones hacia San Juan de la Peña

La primera parte de la ascensión se interna en un bosque que alterna el paisaje de boj mediterráneo con el de haya atlántica, con un precioso tramo final en el que abunda la madera muerta y se observan y sienten innumerables señales de la presencia de picos (picapinos).  

Tras salir al pastizal de las cumbres descubrimos que este verano, pese a lo avanzado de la estación, nos ofrecía un paisaje de numerosas especies aún en flor, destacando los grandes tapices amarillos de erizón (Echinospartum horridum).  

Brillantes ramilletes de Sedum acre en los pastizales de las cumbres

Tras hollar las dos cumbres, me dedico a contemplar el paisaje que se extiende al solano de sus acantilados.  Estos parajes siempre me han cautivado (como se puede deducir si pensamos en que acabé escribiendo el libro sobre las pardinas), así que me cuesta enlazar varios pasos sin parar a repasar adónde va a parar tal barranco, qué pardina puede ser esa silueta....   

Pardina de Esporret, delante de la inmensidad prepirenaica

Desde lo alto del acantilado rápidamente divisamos antiguas pardinas propiedad del Monasterio hasta su Desamortización.  Al pie del antiguo camino de Arbués a Botaya aparece la pardina de Esporret (pronunciado Esporré), heredera del desaparecido Esporret (otro de los lugares que figuraba en 1187 acudiendo al Voto a San Indalecio)Antes de llegar a Botaya, ese mismo camino atravesará las pardinas de Botayuela y Botartar.

Restos de la ermita de San Climent (a la derecha), entre Botartal y Botayuela.


Botayuela, que como se deduce del nombre debió ser una especie de Botaya en pequeño, es heredera también de otro antiguo lugar devoto de San Indalecio (¿pudo la cercana ermita de San Climent ser la parroquial de aquel lugar?) que acabó convertido en pardina propiedad de los flaires.

Botartar, en cambio, no parece provenir de ningún pueblo previo, pero lo cierto es que tenía su propia ermita, Santa María de Botartal; e incluso su paso "propio" hacia San Juan de la Peña.  Parecerá imposible, pero a través del Achar de Botartal(1) y mediante caballerías se llegó a subir el carbón que se hacía en las caveras(2) de Botayuela para cargarlo en San Indalecio.


Antiguos términos de Botayuela y Botartar.  Fuente: IGN.

Lo cierto es que Botartal fue término municipal de Abay y, al menos originalmente, propiedad de Custodio Sarasa, vecino de Ascara (el que la compró en la Desamortización).

Perdido entre estos pensamientos y lo que la naturaleza me va ofreciendo a mi paso, el paseo por el alto de los acantilados se me hace corto.  El camino me llevará hasta el monasterio nuevo y finalmente el viejo (el Real Monasterio, declarado Sitio Nacional por Alfonso XIII), donde descansan los restos de diversos monarcas y nobles, entre los que destacan Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I.

Cuervo al borde de los acantilados de la sierra



Impresiona reflexionar en la cantidad de poder que llegaron a tener los monjes de este monasterio y en cómo desde lo alto de sus acantilados se divisaba todo el territorio que regían.  

Hasta los mismos mallos de Riglos y Murillo parecieron haber sido colocados por los monjes, un portillón de entrada en la muralla natural que protegía sus antiguos feudos.  

Mallos de Riglos y Murillo, cerrando el Pirineo.  Al fondo, la Hoya de Huesca


(1) Achar: nombre que recibe un paso entre montañas, generalmente muy empinado y pedregoso.
(2) Cavera: Palabra altoaragonesa para designar las carboneras, los hornos donde tradicionalmente se hacía el carbón.  El dato se ha extraído del libro de Enrique Satué, "Ajedrezado jaqués.  La tradición oral del piedemonte de San Juan de la Peña según Domingo Gavín Pérez".

  Actualización de la foto con la toponimia de la zona.  Gracias a Andrés Puente!

Comentarios

  1. Sin dudarlo iría a perder la mirada por esos parajes.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. San Juan de la Peña no defrauda, eso está claro. Por si algún día te apetece probar estas tierras... Un saludo, tejón!

      Eliminar
  2. En esta última foto , reconozco algunos montes, pero muy cambiada la fisonomía forestal. Estoy en espera de recuperar un programa de fotos (perdido el un cambio de ordenador), donde pondré los nombres de algunos montes que con tus investigaciones te sonaran. Por poco no se ve Ena a la izquierda y Bergosal a la derecha. Si, se aprecia algo de la pardina de Ordaniso.
    Una preciosa foto con un buen objetivo desde la Ermita del Salbador en San Juan de la Peña...
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Andrés! Tú habrías gozado en esta excursión... Las vistas desde lo alto de la sierra son preciosas. Para perder un buen rato adivinando lugares y pardinas. Seguro que tú habrías identificado más (Bergosal, por cierto, creo recordar que sí se veía). Si recuperas el programa y etiquetas montes de las fotos, pásamelas que las escudriñaré con gusto. Un abrazo!

      Eliminar

Publicar un comentario