Quercus pyrenaica. De San Martín de Trevejo a Villamiel
Quercus pyrenaica, conocido como rebollo o melojo, es un roble que generalmente no es muy alto (aunque puede superar los 25 metros),
con unas hojas muy típicas, diferentes del resto de robles autóctonos, en las que que el lobulado llega casi hasta el nervio medio.
Las hojas pueden llegar hasta los 16 cm de largo y en los ejemplares jóvenes
permanecen casi todo el invierno sin caer.
No obstante, el rebollo es marcescente.
Hojas y fruto del rebollo
A pesar de ser unas hojas tan diferenciadas, no hay que olvidar la importante tendencia de los Quercus a hibridarse con otros robles, o incluso encinas o alcornoques; por lo que es muy fácil encontrarnos con ejemplares de características intermedias entre dos especies. Ello dificulta enormemente la identificación.
Los frutos son bellotas, que nacen solitarias, o en grupos de 2 ó 3. No confundir las agallas con el fruto, tan típicas en los robles. Las agallas son pequeños tumores con los que la planta responde ante los ataques de distintos organismos. Mediante este crecimiento anómalo, pretende aislar la infección.
Los frutos son bellotas, que nacen solitarias, o en grupos de 2 ó 3. No confundir las agallas con el fruto, tan típicas en los robles. Las agallas son pequeños tumores con los que la planta responde ante los ataques de distintos organismos. Mediante este crecimiento anómalo, pretende aislar la infección.
Agalla sobre rebollo
Una de las principales características del rebollo es
su sistema radicular, que consta de una raíz principal de la que salen
numerosas raíces laterales, que crecen muy próximas a la superficie del
suelo. De dichas raíces brotan nuevos
troncos, lo que se puede observar fácilmente en el monte; ya que los árboles
parecen en muchos casos brotar en grupos. De hecho, el entramado de rebrotes acaba en muchas ocasiones creando un sotobosque casi monoespecífico.
Típica disposición de los rebrotes
El nombre de pyrenaica se lo
puso el botánico alemán Karl Ludwig von Willdenow, en base a unas
muestras que
le llegaron con una etiqueta que le indicaba esa procedencia. Es un nombre bastante desafortunado, ya que es prácticamente inexistente en el Pirineo. Su caracter silicícola hace que lo encontremos principalmente en un núcleo definido por el arco hercínico, el sur de la Cordillera Cantábrica y el Sistema Ibérico norte. En estas zonas, buscará las orientaciones favorables, con alturas de entre 400 y 1600 m y precipitaciones de entre 650 y 1200 mm anuales , con un mínimo de 100-200 mm durante el verano. Una extensa descripción del árbol, así como datos más concretos de localizaciones se pueden encontrar en este enlace.
Sotobosque característico de helechos
La excursión que propongo es nuevamente en San Martín de Trevejo, en la
Sierra de Gata, que es donde pude observar bonitas muestras. El bosque más bonito en mi opinión es el
mismo comentado en los castaños, en el camino al Puerto de Santa Clara. No obstante, en este caso iremos por el
antiguo camino hacia Villamiel, a descubrir una nueva zona. Como curiosidad, mi abuelo contaba que cuando
nació mi padre, él estaba de fiestas en Villamiel, así que cuando le fueron a
avisar, mi abuelo volvió a toda prisa al pueblo por este camino. Me gustaba caminar imaginándomelo andando por
estas mismas piedras.
Inicio del camino
Es un corto camino, que pasa junto a árboles tan
impresionantes como este castaño, con un gran agujero en el tronco, por el que
incluso cabe una persona. En menos de una hora, el camino sube hasta
que llega al cambio de vertiente, y desciende tranquilamente hasta
Villamiel. También podemos optar por una ruta más larga, también repleta de rebollos.
Gran castaño junto al camino
En mi opinión, lo más bonito de Villamiel es la recoleta alquería de
Trevejo, que actualmente es pedanía de Villamiel.
Antiguamente fue la sede de la encomienda de Trevejo, de la Orden de San
Juan de Jerusalén, hasta que se trasladó a San Martín de Trevejo.
Iglesia de Villamiel
Trevejo, encaramado a la ladera
Pequeña plaza del lugar
El Castillo del Comendador permanece a duras penas en pie, aunque es de
visita obligada. Hay buenas
vistas de la Sierra, y los muros y el gran escudo de don Juan Piñeiro, comendador de la Orden a finales del s.XV, que aún están en pie; te permiten
imaginar la vida de aquellos tiempos.
En las ruinas del Castillo
Cierro la entrada con una bonita foto de un bosque de rebollos, subiendo al Puerto de Santa Clara.
Bosque del Puerto de Santa Clara
Comentarios
Publicar un comentario