Pardina de Lorés
La pardina de Lorés parece otro de esos náufragos que la riada
del desarrollismo dejó varados en medio del monte, aunque su despoblación es más antigua. En el lejano 1926 comenzó su proceso de expropiación por parte de la entonces Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro, como parte de las repoblaciones forestales que acometía en la cuenca del recién construido pantano de La Peña (ver detalles en "Esmemoriaus").
Conducir desde La Peña a Bernués, punto de partida para Lorés, es ya en sí
una experiencia. Casi en la
coronación del puerto de Oroel, la carretera a medio arreglar que llega hasta
él es poco más que un capilar introduciéndose por la montaña. De hecho, al llegar al desvío de San
Juan de la Peña, un joven tejón recién atropellado y una vaca pastando en medio de la carretera observando curiosa su cadáver me hicieron frenar y pasar despacio entre ambos. Comprendes entonces dónde estás realmente.
Pardina de Lorés (de izqda a derecha, murete de los corrales, edificios pardineros y pozo)
Tanto Bernués como Lorés se encuentran a una altura de unos 900 msnm,
aunque el camino que los une desciende primero a vadear el barranco del
río Moro para subir de nuevo hasta la casa pardinera.
También esta pardina es heredera de una larga historia, algo patente al observar el impresionante tímpano que preside la puerta de la casa,
originario del monasterio de Santo Tomás que aquí se levantaba.
Tímpano con el crismón típico de esta zona de Sodoruel
Estamos en un prepirineo de ambiente mediterráneo, así que los veranos habitualmente debieron
ocasionar carestías de agua. Es
revelador el detalle que aún se observa en el tejado (ver primera foto): las dos canaletas que recogían el agua de lluvia del tejado de losa se unían mediante sendas bajantes e iban a desaguar al pozo. Eran tiempos en los que ni un ápice de ningún recurso se desperdiciaba.
Actualmente la presencia humana en la zona se reduce a
poco más que los puestos de vigilancia anti-incendios y algún ganadero que lleva las vacas que suelen apacentar por aquí.
Torreta de vigilancia, rodeada de montes infinitos
De hecho, intenté asomarme al pozo y descubrí que una comunidad había elegido este lugar como abrigo del abrasante sol veraniego. Un gran grupo de murciélagos me miró entre sorprendido y quejoso, aunque aceptó a salir retratado para el reportaje.
No sé cuanto aguantará en pie, pero realmente me fui feliz de llegar a conocerla. Otro de esos lugares que se me quedan grabados en la retina bajo la etiqueta de "bonito recuerdo".
No sé cuanto aguantará en pie, pero realmente me fui feliz de llegar a conocerla. Otro de esos lugares que se me quedan grabados en la retina bajo la etiqueta de "bonito recuerdo".
Pardina de Lorés. Muy nombrada, pero no la llegue a conocer. Lo de los murciélagos, muy típico por esas zonas pirenaicas, por la zona de Aragües del Puerto, alguna vez he entrado en alguna caseta y encontrarme con cientos y cientos. Muy curioso su forma de descansar.
ResponderEliminarSi los seres humanos descansáramos colgados de los pies, se podrían reducir las habitaciones un montón, y un ahorro considerable de colchones y mantas...
Un saludo
Andrés
jeje, no lo había pensado.. Hay alguno que por sus hábitos chupasangres probablemente lo descubriéramos durmiendo por la noche colgado boca abajo; pero el resto... El resto tienes razón, ahorraríamos mucho en m2 por dormitorio. Cada habitación podría ser poco más que un paragüero gigante..
ResponderEliminarSaludos también para ti, Andrés!
Parece que el otoño está resultando un poco evocador y nos trae recuerdos del pasado.
ResponderEliminarBien está recordar.
Un saludo.
jeje, sí sí.. El otoño es lo que tiene,...
ResponderEliminarAunque esta visita la hice en verano. Ya vas viendo que las pardinas (como llaman por esta zona al hábitat disperso) son un poco mi debilidad.. ;-)
Un saludo también para ti.