La filandera de Riglos
La zona del pantano de la Peña guarda montones de lugares desconocidos. Realmente es un paraje donde disfrutar de la soledad y la tranquilidad; aunque como en cualquier lugar de montaña, un día de buena tormenta cambia rápidamente el paisaje de plácido a... "pies para qué os quiero".
Inmejorables paisajes
Hay que pensar hasta hace pocos años, lo indefensos que se sentirían los habitantes de estos lugares ante una buena tronada. Las docenas de "rituales" para protegerse de rayos (y pedrisco) dan buena cuenta de aquella situación de indefensión. Y si a ello sumamos el desconocimiento, podemos entender que tantos y tantos fenómenos se achacasen a seres de otro mundo, como las mencionadas lamias en Bértiz, u otros seres que se repiten a menudo como moras, filanderas y un largo etcétera.
Es de entender que, hace no mucho, estos fenómenos dejasen intrigados a más de uno
La filandera de Riglos fue una silvana (una mujer gigante del bosque) que vivía sola en la Foz de Escalete. Arrancó dos pedazos de montaña y los plantó ahí, dando lugar a los Mallos de Riglos. Como todas las filanderas, pasaba el día hilando, usando el Gállego para mojar sus dedos y el Puro para hilvanar cáñamo. A ver si tenéis suerte y la veis, porque solo las almas puras, en las noches de San Juan, tendrán la suerte de verla peinando sus largos cabellos en el Gállego.
La foz de Escalete se ve bien desde la Peña, y desde luego, en días de tronada, no apetece mucho meterse en ese gran tajo que alguien hizo a la montaña.
Al fondo la foz de Escalete. Ahí vive la filandera
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