Pardina Miranda

Una vez más nos dejamos guiar por el instinto y éste, como era de esperar, nos vuelve a llevar monte adentro, hasta un lugar olvidado dentro de un valle olvidado.

La pardina Miranda la encontramos en término de Bagüés, aunque accedemos a ella desde Pintano.  Desde el cruce de Larués hasta aquí, conforme vas avanzando en el espacio vas retrocediendo en el tiempo.  Es otra de esas carreteras de las que se han debido perder los expedientes y nadie se acuerda que convendría adecuarlas al s. XX (ya no pido al s. XXI). 


Miranda Baja o Torrazo

Una vez en Pintano, nos dirigimos a la restaurada ermita de Arguiraré y seguimos remontando barranco arriba, hacia la nada.  Únicamente la humilde Sierra Nobla nos separa por el norte de la fértil ribera del Aragón y la cola del embalse de Yesa, con su trasiego de turistas y esquiadores; pero por lo que vemos y oímos, podríamos estar solos en el mundo.

Ermita de Arguiraré y el bonito Pintano, emplazado en lo alto de su pueyo

Miranda tiene su origen en un poblado medieval y se divide en Miranda Sarriet o Alta (42º 31’ 4’’ N / 0º 57’ 10’’ W) y Miranda Baja o Torrazo (42º 31’ 31’’ N / 0º 57’ 54’’ W).  Desconozco el origen del "apellido" Sarriet, pero es una denominación antigua, ya que en fecha tan lejana como 1368 el rector de Miranda era D. García de Sarriet.  

Mapa de los años 20.  Hay una interesantísima herramienta de mapas en el CNIG, que nos acerca a la geografía de la época.

Ya convertido en pardina fue propiedad de las Hermanas Benitas de Jaca, encargándose el Cabildo de Jaca de cobrar los tributos.  En Miranda Sarriet existía, además, derecho de alera por parte de Bagüés.  



Verónica.  La belleza está en las cosas pequeñas

En el s. XIX Madoz nos contaba que en Miranda se producía grano y que existía un caserío y un pequeño bosque de pino en el que se criaban lobos y zorros.  Pocos años más tarde y según la contribución de 1859, era propiedad de Martín Dieste y Domingo Pozo.

Ya en el s. XXI, paseando por estas sierras tan duras a uno se le puede acostumbrar la vista a esta aparente monotonía de bojes y cajicos, pero os muestro un par de fotos de nuestra flora holártica, que al descubrirlas hacen más agradable si cabe la visita.

Grama de enebro (Arceuthobium oxycedri) sobre enebro de la miera.  
Curiosa y bonita planta hemiparásita, similar en comportamiento al muérdago pero con apariencia de sabina

Al llegar a Miranda subo una pequeña faja que descubro llena de Lamium purpureum.  Una bonita planta que, como la ortiga y otras, gusta de vivir en lugares donde hay abundante abono en el suelo.     
En realidad se trata una planta nitrófila (es decir, amante del nitrógeno, es decir, amante de los lugares donde hubo ganado), pero me gusta pensar que son la avanzadilla del bosque.  Tan pronto comprueban que ha cesado el trasiego humano; ortigas, zarzas y demás cohorte salen de su escondrijo bajo la alfombra de gramíneas que cubre el suelo y comienzan a colonizarlo todo, preparando el terreno para el resto de plantas.


Lamium purpureum

Refitoleo un buen rato por los lugares donde en los años 20, hace ahora casi un siglo, vivió José Martínez Vera, el pardinero que finalmente dejó Miranda para marchar a América.  La pardina fue entonces adquirida por el Estado y repoblada, entre los años 1930 y 1935, antes incluso de que comenzara su labor el Patrimonio Forestal del Estado.

Miranda tuvo en aquella nueva etapa sus propios Guardas Rurales, como Marcelino Laplaza Martínez, natural de Pintano; o Francisco Hernanz Martín, natural de un pueblo de Segovia (este último ejerció desde 1928 hasta finales de los 60).

Alrededor de 1960 un tornado derribó la casa de la Pardina y un buen número de pinos, lo que terminó de desfigurar la zona.  Actualmente es propiedad de la Confederación Hidrográfica del Ebro y, además de algo de ganado, los únicos que podemos encontrar campando por aquí a sus anchas son buitres, jabalíes y algún que otro perdido como yo.

Miranda Alta


Nota: Para todo tipo de datos sobre la zona, el libro del que he sacado los datos de las personas que habitaron Miranda.  "Historias de Bagüés", de Javier Lafuente.

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